Resiliencia – El cuento del Ave Fénix
Por todos es sabido que cualquier hombre, que cada sujeto de esta nuestra especie humana, es capaz de hacer lo mejor y a la vez también lo peor que imaginarse pueda (y así lo evidencian nuestros noticiarios cada día). En ese paradójico misterio radica mucha de la riqueza, curiosidad y belleza de la disciplina que nos atañe, la psicología.
Una de las capacidades más nobles que a nuestro parecer nos conforman como personas, es la resiliencia entendiendo ésta como al conjunto de capacidades y habilidades que permiten que, cuando la adversidad se instala, uno sepa sobrellevarla, e incluso, superarla, convirtiéndose en alguien más fuerte de lo que antes era. Y es que como bien versa el dicho popular, “lo que no te mata, te hace más fuerte”.
El término que nos ocupa, alude precisamente al salto ”resilio” que en latín significa “volver atrás, resaltar, rebotar”. La significación de tal enunciado deriva de la capacidad de resistencia que poseen ciertos materiales al poder doblarse sin romperse, y recuperar la situación o forma original. Serían de esta forma resilientes, y a modo de ilustración, un arco que se dobla para lanzar una flecha, o los juncos bajo la fuerza del viento. Los orientales trataban ya desde la antigüedad este concepto, al referir que la verdadera fortaleza se representaba en la metáfora del junco; por su flexibilidad inherente no se rompe frente a los envites del afuera (y en verdad, también de los de adentro).
Desde la neurociencia se ha estudiado este fenómeno hallando resultados que corroboran la plasticidad del cerebro, entiendo esta como la capacidad del tejido cerebral de modificarse permanentemente en estructura y función de acuerdo a los requerimientos del medio.
La neuroplasticidad sienta las bases neurobiológicas de los mecanismos involucrados en la resiliencia celular y sistémica, y también de la vulnerabilidad. Los neurocientíficos pueden documentar ahora gracias a las resonancias magnéticas funcionales, cómo el hemisferio izquierdo se activa más en las personas que practican el vivenciar mayores emociones positivas. El hemisferio izquierdo tiende a relacionarse acercándose a la experiencia, mientras el hemisferio derecho tiende a evitar y retirarse de la experiencia, limitando así los aprendizajes consecuentes de la exposición a situaciones nuevas.
Para nuestra supervivencia, nuestros cerebros han sido diseñados a priori a prestar mayor atención a las experiencias negativas e intensas que a las positivas y sutiles. Frente a un estímulo aversivo (por ej. un depredador) nuestro cerebro codifica rápidamente como peligro y se activará una respuesta de huida o de ataque. Esa tendencia a la negatividad es lo que nos ha hecho sobrevivir como especie; siendo la ansiedad un síntoma adaptativo en su etiología.
Pero cuando, de forma intencionada y consciente, cultivamos capacidades como la gratitud, el sentido del humor, la tenacidad o las relaciones saludables, estamos expandiendo nuestra percepción de la experiencia, alejándola de un modo de funcionar estrecho y contraído, hacia una perspectiva más expansiva, donde podemos descubrir nuevas formas de elegir, y por lo tanto, mayor espacio para ser, en libertad.
De estos trabajos científicos, y de manera casi espontánea, podemos dilucidar el potencial de generar estas capacidades de manera trasversal en la educación, y trabajar así desde la prevención en post de una población más resiliente y consecuentemente, más feliz.
Desde la Psicoterapia cada día vemos multitud de estos automatismos que nos constriñen a una vida menos libre y plena, topamos con unas resistencias inútiles que no protegen del afuera, sino que cercenan nuestras alas…
“Se dice por ahí que en el jardín del Edén creció un rosal y de allí nació un hermoso pájaro. Un día una chispa cayó sobre él y el pájaro ardió. Sin embargo, de las llamas surgió una nueva ave con grandes alas, el Ave Fénix, con más conocimiento y un gran poder de curación. Su misión es transmitir el poder que atesora , y renacer siempre de las cenizas”.
Desde Psicotep pretendemos ser el espacio de apoyo, la muleta, para ese “volver a tirar las cartas” de cada persona que viene buscando un cambio para sí. Plenamente confiamos en que cada paciente guarda ya dentro sus propias capacidades y la valentía necesaria para, pese a todo, renacer y remontar el vuelo…